Mi adiós a 2025
Hay momentos en los que no pasa nada hacia fuera, pero todo se está ordenando por dentro. Este ha sido uno de esos años. Un año de foco, de paciencia y de decisiones silenciosas. De entender qué merece mi energía y qué no. De aceptar que algunos procesos no se aceleran, y que crear —en la vida y en el trabajo— también consiste en saber esperar. He escrito mucho. He pensado más. He aprendido a no mostrarlo todo mientras sucede, sino a sostenerlo hasta que esté listo. No ha sido un año de exhibición, sino de construcción. Todo lo importante que estoy viviendo ahora no se mide en resultados inmediatos, sino en cimientos. Cimientos personales. Cimientos creativos. Cimientos vitales. Por eso no siento la necesidad de cerrar el año con grandes titulares, ni de anunciar nada antes de tiempo. Prefiero quedarme en este lugar tranquilo desde el que todo empieza a alinearse. No tengo prisa. Pero sí rumbo. Y a veces, eso es exactamente lo que hace falta. ML